Cuando alguien dio nombre de color y a todas las flores.
Sucedió que una florecita pequeña y suplicaba con voz temblorosa replicaba:-iNo me olvides! ¡No me olvides!
Como su voz era tan fina, no se la oía. Por fin, el nombrador cuando hubo terminado su tarea, vocecilla Aquella Pudo escuchar y se Volvió hacia la planta.
Mas todos los nombres estaban ya dados. La plantita no cesaba de llorar y él la consolo así:
-No tengo nombre para ti, pero te llamarás "Nomeolvides". Y por colores te daré el azul del cielo y el rojo de la sangre. Consolarás a los vivos y acompañaras a los muertos.
Así nació la "Nomeolvides" o miosota.
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