buscando los pliegues del pecado,
ablandando la masa placentera,
con el aroma aderezado,
entre la pimienta y el almíbar
con hambre, con sed.
Iluminan fuegos de colores que nublan mi sensatez,
ardiente ante el deseo,
como vagabundo por el pan,
separo mis rodillas,
esperando tu miel,
me agasajas con tu fruta envenenada de placer.
Lunaria
Foto: Madroño 11/09
Foto: Madroño 11/09
La fruta prohibida, la más apetecida. Ya nos la pusieron los dioses (elohim), plural) en el Paraíso. Y, si estaba prohibido comer de ella, ¿por qué nos la pusieron al alcance de la mano?
ResponderEliminarPues eso digo yo¡¡
ResponderEliminarUn beso Jesús
Hola Lunaria un poema precioso, me ha gustado mucho, un tema erotico tratado con delicado eufemismo.
ResponderEliminarUn beso Lunaria.
miguel.
Miguel muchas gracias por tu comentario, son mi aliciente.
ResponderEliminarUn beso